La designación del ex premier fujimorista Alberto Pandolfi, en el gobierno aprista recientemente, nos muestra hasta donde se llegan los acuerdos entre el alanismo y la mafia fujimorista, el Perú vive los momentos iniciales de la superconvivenvia antipopular y mafiosa
En las últimas semanas se ha abierto un debate sobre la definición del gobierno en relación a dos de sus principales actores políticos: el aprismo y el fujimorismo; éste ultimo en sus dos vertienes: fujimorismo puro o yuxtapuesto con el montesinismo.
¿Estamos ante una alianza aprofujimorista? ¿aprofujimontesinista? ¿Solo fujialanista, O se trata simplemente de «coincidencias» entre ambos grupos respecto a actuaciones, banderas y puntos de vista -cada vez mayores y reiteradas que podría degenerar más adelante en una alianza a secas. O es tal vez una «convergencia» de intereses, desprovista de acuerdos o pactos debajo de la mesa, en los que cada bando actúa de acuerdo a su leal saber y entender, sin preocuparse mucho de lo que hará su pareja convergente.
La verdad, no importa mucho qué etiqueta le pongamos. Lo que interesa es analizar los hechos y sus consecuencias en perspectiva. Es un hecho el silencio oficial del aprismo sobre el caso Fujimori y el desmantelamiento que se hizo del sistema de procuradores ad hoc del caso, asi como el soporte que brindaba Cancillería al tema. García no dice ni pío sobre el Chino, pero si puede mandar a fotocopiar facturas de Toledo. Es un hecho las cuotas de poder que cada agrupación tiene en el Ejecutivo y en el Legislativo. No me digan que la Comisión de Relaciones Exteriores para el fujimorismo y la presidencia de la Liga de Amistad Peruano-Chilena para Keiko no fue conversada, pactada, con el aprismo. Es un hecho que funcionarios del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social tienen instrucciones precisas del Presidente Alan Garcia para atender a Keiko Fujimori en su relación con la población.
Es un hecho la recomposición de Torre Tagle en la que notorias fichas fujimoristas Valdez, Palma y cía. ocupan ahora puestos destacados en el exterior. Es un hecho el reciclaje de funcionarios fujimoristas a puestos de importancia dentro del aparato del gobierno, llevados de la mano por el vicealmirante Giampietri (filo montesinistal, a quien García convocó para su Primer Vicepresidente. Una alianza es un acuerdo. Una coincidencia es algo que ocurre en un mismo tiempo, modo, ocasión o circunstancia, es decir, puede ser casual, no planeada, ni deseada. Una convergencia es concurrir a un mismo fin por cuerdas separadas.
En el caso del aprofujimorismo hay un doble juego de mutuo interés y beneficio. Estratégicamente ganan ambos, aunque tácticamente actúen separados. Permítanme, entonces, auxiliarme de otras ciencias -en este caso la biología-, para explicar esta convivencia aprofujimorista. Estamos ante una simbiosis política en la que un grupo vive del otro, sin que ambos se afecten. Cada cual tiene su propio espacio y cuota de poder que les permite realizar su juego propio, sin descuidar los vasos comunicantes que los unen; es una comunidad que se retroalimenta.
¿Estamos ante una alianza aprofujimorista? ¿aprofujimontesinista? ¿Solo fujialanista, O se trata simplemente de «coincidencias» entre ambos grupos respecto a actuaciones, banderas y puntos de vista -cada vez mayores y reiteradas que podría degenerar más adelante en una alianza a secas. O es tal vez una «convergencia» de intereses, desprovista de acuerdos o pactos debajo de la mesa, en los que cada bando actúa de acuerdo a su leal saber y entender, sin preocuparse mucho de lo que hará su pareja convergente.
La verdad, no importa mucho qué etiqueta le pongamos. Lo que interesa es analizar los hechos y sus consecuencias en perspectiva. Es un hecho el silencio oficial del aprismo sobre el caso Fujimori y el desmantelamiento que se hizo del sistema de procuradores ad hoc del caso, asi como el soporte que brindaba Cancillería al tema. García no dice ni pío sobre el Chino, pero si puede mandar a fotocopiar facturas de Toledo. Es un hecho las cuotas de poder que cada agrupación tiene en el Ejecutivo y en el Legislativo. No me digan que la Comisión de Relaciones Exteriores para el fujimorismo y la presidencia de la Liga de Amistad Peruano-Chilena para Keiko no fue conversada, pactada, con el aprismo. Es un hecho que funcionarios del Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social tienen instrucciones precisas del Presidente Alan Garcia para atender a Keiko Fujimori en su relación con la población.
Es un hecho la recomposición de Torre Tagle en la que notorias fichas fujimoristas Valdez, Palma y cía. ocupan ahora puestos destacados en el exterior. Es un hecho el reciclaje de funcionarios fujimoristas a puestos de importancia dentro del aparato del gobierno, llevados de la mano por el vicealmirante Giampietri (filo montesinistal, a quien García convocó para su Primer Vicepresidente. Una alianza es un acuerdo. Una coincidencia es algo que ocurre en un mismo tiempo, modo, ocasión o circunstancia, es decir, puede ser casual, no planeada, ni deseada. Una convergencia es concurrir a un mismo fin por cuerdas separadas.
En el caso del aprofujimorismo hay un doble juego de mutuo interés y beneficio. Estratégicamente ganan ambos, aunque tácticamente actúen separados. Permítanme, entonces, auxiliarme de otras ciencias -en este caso la biología-, para explicar esta convivencia aprofujimorista. Estamos ante una simbiosis política en la que un grupo vive del otro, sin que ambos se afecten. Cada cual tiene su propio espacio y cuota de poder que les permite realizar su juego propio, sin descuidar los vasos comunicantes que los unen; es una comunidad que se retroalimenta.
En este sentido, el gobierno es una alianza, claro, calculada, entre un partido que tiene tradición de pactar con sus perseguidores y que sabe que en política no existe enemigo eterno y otro que necesita sobrevivir. Esta «alianza» es entonces una suma de intereses en la que existen «coincidencias» de forma y «convergencias» de fondo. A esto llamo yo una simbiosis aprofujimorista: una asociación de grupos donde ambos sacan provecho de la vida en común.
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